Varios han sido los encuentros que se han producido en el ACT 2021 entre artistas, programadores, expertos, directores de salas de teatro y demás agentes culturales del mundo artístico.Fernando Montoya, programador del festival, ha charlado con prácticamente la totalidad de ellos y ellas a través de varias entrevistas durante los días que ha durado el festival. Y ha generado este documento como memoria de estos encuentros;
El objeto de estas entrevistas no era otro que el análisis de la situación en la que nos encontrábamos cuando la pandemia apareció abruptamente en nuestras vidas y arrojar algo de luz entre todos sobre nuestra situación actual. Opiniones, ideas, relatos y experiencias recogidas en 22 grabaciones de audio de las que destaco aquí algunos comentarios o pasajes que pretenden recoger el sentir de estos artistas sobre el arte, la vida, la pandemia y el desconcierto en el que nos encontramos.
Steve Purcell, experto en artes escénicas de la universidad de Leeds, considera que es muy pronto para analizar lo que nos ha pasado, pues ¨nos está pasando¨ aún tenemos la vista puesta demasiado cerca del cuadro como para sacar conclusiones. Vaticina que a 10 años vista quizás podamos ver el calibre de la situación y como nos va a afectar en cuanto a QUÉ vamos a ver encima del escenario en las próximas décadas y desde QUE punto de vista también.
Steve introduce un tema que se ha repetido en varios discursos que ocupa y preocupa, la digitalización de las artes vivas o como la tecnología ha paliado la no posibilidad de presencialidad y como se ha introducido de forma acelerada en todos los ámbitos de nuestra vida, así como en el ámbito artístico. También, como las artes de calle han ganado a las salas, que se sienten como peligrosas, pero también como con este usar más y más tecnologías se ha creado una especie de nuevas artes digitales remezcladas con las artes vivas, que tienen el riesgo de matar el espectáculo en vivo, es decir, el acto teatral en sí mismo. Para Steve, el uso de tecnologías como el zoom, o tecnologías aplicadas a la escena no pueden ser nunca un sustituto del espectáculo en vivo.
Teresa Brayshaw va más allá, apostando por la presencialidad como acto político, comenta que se han tenido que usar tecnologías abusivamente porque no quedaba otro remedio, pero no quiere hacer más zooms, no más clases online, pues primar lo presencial es urgente. Ella desde la Leeds Becket University, como agente internacional de relaciones Europeas de esta universidad nos habla de un doble shock; el shock del aislamiento que ha supuesto el Brexit sumado al shock de la llegada de la pandemia. Kate Craddock directora del festival Gift de Gateshead, introduce la idea de aislamiento extremo. Por su trabajo ella es una persona acostumbrada a estar viajando constantemente, este encuentro en el 2021 en Bilbao y Barakaldo es, sin embargo, su primer viaje de trabajo en dos años. El no poder viajar para los artistas o programadores, es absolutamente negativo para el desarrollo de su trabajo, y a pesar de que las tecnologías ayudaron a poder celebrar, al menos, un Gift festival on-line el pasado año en Gateshead, los retos a los que desde el festival se han tenido que enfrentar, han sido un shock también, tanto para la salud mental, como para las dificultades que aparecen en el trabajo universitario, teatral y personal.
Este desarrollo tecnológico improvisado genera poca profesionalidad apuntan desde la compañía catalana los Informals, la compañía se ha negado varias veces a presentar sus piezas en vídeo en distintos festivales o eventos dónde se lo han solicitado, porque sienten que su trabajo necesita de la reacción del público para poder crecer, el trabajo teatral no existe si no hay un espectador que reacciona delante de ellos, además no hacen guiones, no se dedican al video, ni al cine, este es otro lenguaje, un lenguaje de artes vivas, señalan. Tampoco han querido dar clases on-line pues no solo no se sienten capaces, sino que no lo sienten.
Shanti Vera, director del festival 4×4 de México plantea que es un gran ahorro para las instituciones organizar eventos donde no tienen que viajar los artistas, por ejemplo, propuestas online o clases, conferencias o espectáculos grabados se han propuesto demasiado ya en México, pero va en contra del propio acto teatral. Se trata de otra cosa, no es teatro. Apunta también que es un síntoma de precariedad, y ve la seguridad y lo digital como síntoma de que una sociedad como la mexicana no apuesta para nada por los artistas ni por el desarrollo de una cultura digna.
Esto tiene que ver, también, con lo que sucede antes y después de un encuentro teatral apunta a Olga Fraile, programadora de la sala cuarta pared de Madrid, los proyectos surgen los intercambios crecen y las conversaciones post teatrales no existen en video conferencia, no existe realidad post acto teatral cuando se apaga la cámara. Lo que supone para las artes escénicas en vivo el poder contrastar con el público es una cuestión fundamental. La pandemia nos trajo en un primer shock la desaparición de la confrontación con otros ojos que es de lo que se trata esto. Es decir, una variedad de situaciones que ponen en común cada uno de los artistas que vienen de distintos lugares del mundo a compartir con nosotros.
Angelus Papadopoulus y Danae tazirgianniti de Grecia nos cuentan que pudieron durante la pandemia crear su pieza en la isla de Sirus, en un ambiente relajado y fuera de la presión que habitualmente ejerce la necesidad de producción urgente por lo económico, sin embargo, creen que el gobierno está usando políticamente la pandemia para cerrar todo lo relacionado con lo cultural, en este sentido, es dramático ver como la profesión va a tardar en recuperarse de este duro varapalo.
Para NakHyun kang, director del teatro Duri de Seúl, que aporta un premio todos los años al festival ACT, ha sido un reto vivir desde el aislamiento en el que se encuentra Corea, la sensación de partir de cero en la programación e incluso cree que es un partir de cero para los artistas también, debido a que han tenido que aprender a trabajar con otras coordenadas.
Sara del Rio y Pablo Bass de frequeSi dance Company, apuntan que la reflexión les ha acompañado constantemente en el último año, les han surgido preguntas como; ¿por qué quiero ser artista? ¿Por qué necesito ser bailarín? Estas reflexiones se han repetido mucho en las entrevistas, el periodo de aislamiento nos ha ayudado a reflexionar y en muchos casos a trabajar con más tiempo y sin la presión de la productividad. Varias compañías pasaron la cuarentena juntos o en comunicación audiovisual constante, como es el caso de los Informals, o Bellanda compañía italiana que como comenta Giovanni Leone, ha sido muy interesante trabajar sin la presión de los tiempos que vienen marcados por la producción, a pesar de la cancelación de bolos y las clases a los que muchos nos dedicamos en las escuelas y proyectos pedagógicos aparcados que nos han generado una crisis económica sin precedentes.
Las distintas compañías italianas que han estado presentes en el festival, han coincidido en criticar que el estado italiano no ha estado a la altura. En este sentido Erika Silgoner apunta que el arte en Italia no es reconocido en este momento, que deberían cambiar totalmente el sistema, que se debería dar un espacio específico y apoyo específico a las compañías de danza y de teatro. Le llama la atención que, un país tan vinculado al arte como Italia tenga estas carencias hoy en día y que no cuide a sus artistas. Apunta que se debería cambiar el sistema de valores de la clase política en Italia.
Guillem Jiménez y Vera Palomino, ganadores del premio del festival con The Lesson, vivieron como un alivio el impacto de la pandemia para poder dar el tiempo que merece a las cosas. Para ellos la pandemia aporta una nueva lectura a su pieza que era previa a la pandemia, porque les vemos en escena encerrados en un cubículo comunicándose a través de una pantalla, digamos que, la pandemia ha convertido la pieza en una especie de metáfora distópica, pero para ellos esto tiene todo el sentido, porque la pandemia no ha supuesto un cambio sino un acelerador, un acelerador de un camino que como sociedad habíamos emprendido y sobre el que debemos reflexionar. Una reflexión que su espectáculo ya invitaba a hacer previamente.
Lo digital aparece una y otra vez desde distintos puntos de vista, desde lo útil que ha sido en este periodo de aislamiento a lo frío e insuficiente que les ha resultado por ejemplo a los integrantes de la compañía Mutuo de Catalunya por ejemplo, apuntan que crearon el trabajo que pudimos ver en el festival en base a vídeos individuales que se iban mandando a modo de trabajo de mesa durante la cuarentena, pero cuando pudieron salir y juntarse en el estudio fue como un estallido de creatividad necesaria irremplazable, donde lo orgánico dio lugar a otra dimensión.
Desde la compañía de psico-danza de Madrid, que trabaja con bailarines/actores de educación especial, señalan que el miedo ha sido un elemento que nos ha igualado a todas, pues ha puesto en valor la susceptibilidad del ser humano y que eso debería ser un detonante para hacernos mejorar. Aitor Vinagret de Gasteiz recoge el lema del festival de este año React como algo necesario, hemos tenido que estar quietos y solos y ahora es el momento de REACCIONAR, es el momento de ser colectivo y escuchar lo que este festival nos está proponiendo y hacerlo en conjunto y propone una reacción en colectivo.
Quisiera cerrar este acumulo de reflexiones, experiencias, opiniones e intercambios recogiendo la idea plasmada por Teresa Braysaw que nos devuelve algo que pasó varias veces en los encuentros del festival, donde casi todos nos referíamos al año pasado cuando hablábamos de nuestros trabajos o encuentros o cuando nos reencontramos, pero realmente estábamos hablando de hace 2 años, ella lo llama amnesia cultural una especie de protección o broma de mal gusto que nos gastaba nuestro cerebro quizás, tendremos que sobreponernos a esta especie de amnesia sin saber realmente qué es lo que queda por llegar. Como Erika Silgoner comenta, ha sido un tiempo muy complicado, la creatividad ha estado secuestrada, hace falta reconocimiento para este trabajo, dignificarlo y entender que es un bien de primera necesidad para el alma humana.
Probablemente la pandemia no nos va a hacer hablar de cosas distintas, pero quizás hablaremos desde una perspectiva distinta, desde otro lugar, desde ahora.
Cada artista, cada experto que ha participado en el festival llegaba de un lugar con una situación distinta, unas restricciones distintas, un nivel de incidencia del virus diferente. Teatros cerrados, teatros abiertos con restricciones, escuelas de danza y teatro en crisis o trabajando on-line, compañías con situaciones muy diversas, bolos cancelados, bolos en recuperación, Corea, Gran Bretaña, Grecia, Italia, México, Holanda…Incertidumbres distintas y un punto en común, las ganas de crear, de trabajar y de demostrar la necesidad de hacerlo por el amor al arte.
La precariedad económica que ha dejado la pandemia, que ya era previa, pero que se agudizó en el durante y en el post de la misma, ha estado presente en todas las conversaciones y las soluciones pasan por sensibilizar a la población y a las instituciones del cuidado de nuestro bien cultural como algo necesario y único.